Sem Palavras esse vídeo.
Gladimir José Santin
Erechim - Rs
Dongiuseppesantin@gmail.com
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Gladimir José Santin
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Nona Ovidia , Professora aposentada, matriarca da Família Santin Gutierrez, Melipilla, Chile, 11 de Janeiro de 2008, era uma hora e vinte e quatro minutos da madrugada, quando atendendo um convite e uma intimação do primo Juan Fernando Santin Gutierrez, fui levado com ele ate casa de sua irmã Gina, para finalmente conseguir ouvir a octagenária mãe do Ovidia, que muito feliz apesar do adiantado da hora, nos recebeu com grande alegria. De inicio prima Gina, irmã de Nano, nos apresentou a familia. Ela é a menor de quatro irmãos da Familia Santin Gutierrez, infelizmente na ocasião dois anos anters em 2006, faleceu o primo Antonio Santin Gutierrez, primo querido que eu conheci em 1996, e que sempre me prometia que um dia viria ao Brasil, infelizmente a morte sepultou o seu e o nosso desejo de recebe-lo aqui em nossa casa. Gina disse que seu marido Hugo trabalhava próximo a Talca, no Sul do Chile, e que seu unico filho tambem de nome hUGO na ocasião tinha oito anos de idade. Primo Juan, ao lado de sua mãe viuva de Antonio Santin Santin ( filho de Juan Santin Vanzella e Julia Santin Mezzarobba ), Antonio era o segundo filho do casal, que alem de Antonio teve ainda outros tres filhos : O primeiro era José, Antonio o segundo, Angel o terceiro e Victor o quarto filho do casal. Nao relembrou que tem tres filhos, Cristhian, Bruno e Fernanda, que na ocasião tinha oito anos de idade. Ele é construtor de casas de grande porte, ele é técnico em construções. Nona Ovidia, apesar da adiantada hora, relembrou que trabalho em Pitrufquen em colégio de mulheres, depois na Escola Normal em San José de La Mariquina próximo a Valdívia. Depois do Maremoto de 1960 era um povoado próximo a Valdívia e foi muitíssimo afetado pelo maremoto de 1960, depois desse episódio a familia Santin Gutierrez resolveu se mudar para Melipilla, onde vivem até hoje. Infelizmente, anos depois, nona Ovidia faleceu, mas deixou seu legado de luz e profunda sabedoria em seus filhos, netos e todos familiares. Foi um privilégio ouvi-la e aprender com ela e seus filhos.
Gladimir José Santin
Erechim - Rs
Dongiuseppesantin@gmail.com
Próximo de Completar 25 Anos ou Bodas de Prata, Relembramos em breves imagens o dia 07 de Junho de 1996, casa Primos Antonio Batista e esposa Luciane e familia, com visita de irmãos, cunhados e primos, durante o Aniversário que ora publicamos. Com Presença do Val e filho Arthur, de Lucia Maria, de Alencar Antonio e filhos Marcelo e Alex, comigo Gladimir José. Primo Alencar devidamente fardado com camisa Verde, segundo ele diz no vídeo, naquele momento ele era torcedor do Palmeiras, uma vez que jogou naquele dia GREMIO X PALMEIRAS. Tambem presença da Fernanda Santin Medeiros e da sogra do Batista e de seu irmã e grande amigo nosso. O Bolo era de Cenoura, um bolo especial, teve hino de tudo que foi time mas o Gremio Sempre Prevaleceu e até ganhou o jogo do Palmeiras por cinco a zero.
Gladimir José Santin
Erechim - Rs
Dongiuseppesantin@gmail.com
Foto comigo e seu Chico ou Francisco Miguel da Rosa Neto, antigo morador e pescador das barrancas do Rio Uruguay em Estação Rio Uruguai, do oiutro lado do Rio do Peixe em Marcelino Ramos, atual Alto Bela Vista, Sc.
Advogada e prima Ana Paula Santin, comigo Gladimir e sua avó e companheiro , na Argentina, onde vivem atualmente na região de fronteira com o Brasil, divisa com Santo Antonio do Sudoeste, Pr.
En la Italia de la Nueva Extremadura, como algunos la han llamado, el pueblo de Capitán Pastene sobrevive a los tiempos. Por sus calles coloridas transita el esfuerzo emprendedor de sus habitantes, en su mayoría productores madereros y, por supuesto, maestros de la cucina artesanal italiana.
A principios del siglo veinte se fundó, en los faldeos de la Cordillera de Nahuelbuta, el poblado de Nuova Italia, que posteriormente pasaría a llamarse Capitán Pastene. Con sólo una promesa de colonizar tierras ubicadas a 130 kilómetros de Temuco, a la espesura de la selva de Nahuelbuta arribaron decenas de familias italianas procedentes de la región Emilia Romagna, en la provincia de Módena, específicamente de las ciudades de Pavullo, Zocca, Verica y Guiglia. Las dificultades de acceso al lugar hicieron desertar a algunas familias, que prefirieron instalarse en Traiguén, Victoria, Temuco e incluso en Argentina, en la ciudad de Mendoza. Los que se quedaron se dedicaron a trabajar la tierra de sol a sol.
Pero las constantes lluvias fueron erosionando el terreno, por lo que las familias optaron por abandonar su “Paraíso a la Italiana” e introducirse de lleno en el rubro forestal. Aquí tuvieron éxito y en grande. De hecho, la población pastenina se encuentra entre la más avanzada en lo que a producción maderera se refiere. La inteligencia y astucia de los colonos les permitió diseñar aserraderos y molinos que aceleraron el auge. No es coincidencia que el lugar de donde provenían (Emilia Romagna) sea la cuna de Ferrari y de otras empresas de renombre internacional, como las cerámicas Mirage, las fábricas de jamones y Panificio Verichese, la fábrica que abastece de pan a toda la región emiliana-romagnola.
ENCANTADORES DE SUEÑOS
La historia de cómo llegaron los colonos italianos a este remoto lugar al noroeste de Temuco se entrelaza con la vida y obra de tres hombres: Alberto Ricci, su hermano Giorgio y Salvatore Nicosia. En 1903, Nicosia era un publicista siciliano revolucionario, antimonárquico y anarquista que venía de Brasil, donde había negociado con los gobiernos de Italia y Brasil para llevar colonos italianos a la zona del río Paraná, pero la colonización fue un desastre: las 40 familias de colonos que había llevado debieron ser repatriadas por el gobierno italiano y Nicosia, caído en desgracia, se vio obligado a buscar nuevos rumbos. Nicosia presentía que en Chile este tipo de empresa colonizadora funcionaría mejor, de modo que pidió las bases a nuestro país para traer inmigrantes. Pero su nombre ya estaba manchado y sabía que Italia le impediría traer inmigrantes a nuestro país.
En 1903, Nicosia estaba en Valparaíso y se codeaba con la alta sociedad italiana de Chile, pero aún no encontraba a alguien lo suficientemente arriesgado y con la prestancia y el capital necesarios para ayudarlo a concretar su proyecto. Fue entonces cuando conoció a Giorgio Ricci, un empresario y aventurero de la alta sociedad, fundador de la Orquesta Filarmónica de Verica, quien tras analizar varios destinos posibles para emprender nuevas aventuras de negocio había optado, junto a su hermano Alberto, por explorar las posibilidades que nuestro país ofrecía.
Salvatore Nicosia encontró en Giorgio Ricci a la persona que buscaba, un personaje que tuviera presencia política, social y económica, además del espíritu aventurero que lo traía a estas tierras. Por eso decidió contarle de qué se trataba el negocio colonizador que estaba gestionando con el gobierno de Chile. La idea de Nicosia era permanecer tras bambalinas, mientras Ricci daba la cara y aparecía como ejecutor del proyecto. Así nació la Sociedad Nueva Italia, integrada por Nicosia, y los hermanos Ricci, quienes comenzaron el proceso inmigratorio con los gobiernos de nuestro país y el de Italia. En agosto de 1903, los trámites gubernamentales estaban hechos. El terreno escogido era un sector en los faldeos de la Cordillera de Nahuelbuta, en las cercanías de Lumaco. Tras elegir el lugar, Giorgio Ricci viaja a Italia y comienza su trabajo de captación de futuros colonizadores, llenándoles la cabeza de sueños de prosperidad y haciéndoles ver que, dada la pobreza que encaraba la región de la Emilia Romagna, en Chile encontrarían la salvación a todos sus problemas económicos.
De esta manera, la Sociedad Nueva Italia les ofrecía por contrato cosas que eran maravillosas para estos pobres agricultores de una tierra gastada y de un país que se empobrecía, mientras crecían rivalidades con países vecinos que pronto desatarían dos guerras mundiales.
El calvario de la inmigración
Fueron 23 las familias que dejaron su terruño italiano el 2 de Febrero de 1904 y, tras embarcarse en el puerto Pallice-Rochelle, llegaron al puerto de Talcahuano a bordo del vapor “Oruba”, perteneciente a la Pacific Steam Navigation Company, el 10 de marzo de 1904. Allí un tren especial los trasladaría a Los Sauces, la estación más cercana a su destino. Desde Los Sauces continuaron el viaje en carreta de bueyes hasta Lumaco, donde fueron recibidos por el alcalde y la población del lugar, que los esperaban con un gran banquete. Finalmente, los nuevos colonos continuaron su viaje hasta el lugar designado por la Inspección General de Tierras y Colonización, una localidad denominada La Laguna, donde Alberto Ricci había comenzado en enero de 1904 la construcción de la extensa barraca que albergó a los colonos los primeros meses, mientras el ingeniero Araya iniciaba la parcelación de las tierras que se asignaría a cada colono y el proyecto correspondiente a la futura población “Capitán Pastene”, cuyo emplazamiento debió de ser posteriormente modificado. Al año siguiente se produciría la segunda oleada inmigratoria, en la que 67 familias viajaron desde Italia embarcadas en el vapor “Panamá”, llegando a Talcahuano el 11 de marzo de 1905.
En los primeros meses, la realidad no podía ser más sombría. Como describe Lorenzo Paci, pastenino de segunda generación, “estos inmigrantes dejaron el invierno de los Apeninos por otro más tenebroso, el de las serranías de Nahuelbuta. Los esperaban fríos, lluvias, barro y vientos de la selva que la costa rechazaba. Se abrieron paso por las grandes hijuelas con hachas, corvos y rozones, pero los niños empezaron a morir de pulmonía y disentería y en el camino los iban enterrando, llorando a lágrima viva por este destino”. Otro pastenino se pregunta: ¿Es posible emigrar de un lugar pobre a otro más pobre? Pues así fue.
Pero finalmente, se abrieron paso. Ricci entregó las mejores tierras a los colonos que llegaron en 1904 y los que emigraron al año siguiente debieron conformarse con terrenos menos fértiles. Fue entonces cuando empezaron las sospechas contra Ricci y su “encantamiento”. El viaje fue un calvario, desde que desembarcaron hasta los territorios que los esperaban, pues éstos eran áridos y difíciles de plantar. Aunque eran expertos agricultores, pasaron hambre, frío y poco a poco, los ancianos y los niños morían. Del sueño americano, nada. Sin embargo, mientras derramaban lágrimas de amargura y tristeza, también entonaban “Massolin di fiori” o “Mamma”.
Fue en la década de 1930 cuando Ricci cayó en desgracia definitiva. Ferviente admirador de Benito Mussolini, Il Duce, convenció a las familias que mejores tiempos habían llegado a Italia. Mussolini nombró a Ricci “Rey de la Araucanía” y su pecho se hinchó de orgullo. Hay incluso fotos que guardan nietos y bisnietos de los “nonnos” vestidos con la “camisa parda”, gesto inequívoco de su apoyo al régimen fascista. De acuerdo a Lorenzo Paci, esto significó que luego de ser ahorcado Mussolini, Capitán Pastene cayera en desgracia. “Se nos tildó de fascistas, la ayuda de Italia a Ricci se acabó y lo mismo hizo el Gobierno de Chile. Después de todo, Italia se había unido con Alemania junto al régimen nazi, y todos sabemos lo que pasó”.
Al final de sus días Ricci murió pobre y es hasta el día de hoy un tema de debate entre los pasteninos, entre que no le perdonan las condiciones en que trajo a los colonos y los buenos tiempos que gracias a él también vivieron las generaciones posteriores.
El asentamiento definitivo
Los italianos son conocidos por su “ñeque” y empeño y junto a Giorgio Ricci comenzaron la afanosa tarea de construir un pueblo. De a poco fueron levantándose modestas casitas de madera con tejas, bastante destartaladas, pero lo suficientemente amplias como para albergar a los seis críos que cada familia tenía en promedio y que iban en aumento. El nuevo poblado ya tenía nombre para sus habitantes: “Nuova Italia”. En 1907, el mismísimo presidente Pedro Montt llegó a inaugurar el nuevo poblado −que pertenecería a la comuna de Lumaco− bautizado oficialmente como Capitán Pastene en honor al marino genovés Gianbattista Pastene (Juan Bautista Pastene), quien llegó a ser Almirante y fue el primer italiano en llegar a Chile. Era la mano derecha de Pedro de Valdivia y junto a él descubrió gran parte de las costas chilenas y lo nombró a su vez Teniente General del mar.
Como desde los inicios este poblado estuvo aislado, fue necesario construir un ferrocarril que lo conectara con Saboya, una estación cercana a Los Sauces y Lumaco. Fue gracias a él que los italianos comenzaron a tener contacto con el resto de la provincia, la que recibía con bastante curiosidad a estos personajes con aspecto de monjes medievales y madonnas renacentistas, bastante diferentes al grueso de la población mapuche que hasta hoy habita la zona. El pequeño ferrocarril de trocha angosta mantenía un constante flujo de mercancías que surtía a los almacenes y emporios que surgieron en Capitán Pastene.
René Viani, descendiente de los primeros colonos, recuerda que “el tren era también el modo más seguro para transportar las películas que se exhibían en el cine, mejor dicho el Biógrafo, construido en 1910 por los Ricci y que tuvo el primer proyector de 35 milímetros en toda la provincia de Malleco. Además contaba con 120 butacas y 100 bancas”. Las películas eran traídas desde Concepción y eran mayoritariamente francesas e italianas, bastantes “subidas de tono” en relación a lo que por ese tiempo se proyectaba en Santiago. A fines de los años setenta, el ferrocarril dejó de llegar a Pastene y el cine comenzó a ajarse, aunque más tarde fue restaurado por Claudio Sacca, documentalista y pastenino de corazón.
Por supuesto, en un poblado de raigambre católica no se podía dejar de construir una iglesia, magnífico edificio ubicado en el centro del pueblo y cuyo santo patrono es Felipe de Neri. Asimismo, se construyeron el molino y el famoso negocio Rosati, junto a casas que conservan el estilo arquitectónico de Emilia Romagna en términos de diseño y materiales. Destacan las casas Rosati, Fulgeri, Balocchi, Villa, Castaglioni, Viani y Tonioni, famosas por “brillar” entre tanto caserío pobre. Pero los tiempos de prosperidad se acercaba y de a poco iban surgiendo grandes terratenientes.
En los primeros años de Capitán Pastene, los matrimonios mixtos (entre italianos y locales) eran vistos con recelo por los inmigrantes másantiguos, pero ya a partir de la segunda generación se empezaron a aceptar con naturalidad, pues la libertad de espíritu de su cultura ancestral siempre propició la mezcla y la diversidad. “El primer matrimonio mixto”, cuenta Lorenzo Paci, “fue entre una tía mía y un mulato (así se les decía a los indios) llamado Contardo Venturelli.” Así se fue formando una nueva raza, nacieron hijos e hijas y la sangre se enriqueció. Ya era normal ver bellas mujeres y apuestos jóvenes por cuyos cuerpos corría sangre andaluza, mapuche, italiana y castellana: de piel mate, cabellos graciosos y coqueto andar, las mujeres; fuertes, altos e impetuosos los jóvenes. “Nonno, tus nietos son fuertes y laboriosos y están totalmente adaptados al nuevo territorio y a pesar de las lápidas en las pequeñas tumbas, a pesar de los primeros años tan llenos de dificultades, hicieron bien en emigrar”, relata como poesía Lorenzo Paci con los ojos humedecidos.
Ya por los años ’80, el gobierno militar de Augusto Pinochet decretó la libre plantación de pino radiata, lo que le trajo al pueblo un nuevo vigor, pues el pino crece rápido y muchos vendieron sus tierras a las nuevas compañías forestales que se instalaban en la zona.
Con una población de un poco más de 2 mil habitantes, en Capitán Pastene hoy siguen luchando por sobrevivir: les pavimentaron las calles alrededor de la plaza, tienen una posta, pero el único hospital está en Lumaco. El pastenino Edmundo Gallegos Tonioni afirma que “no hay mucho que hacer por las noches, así es que los jóvenes se van en las noches a la plaza a tomar”.
Aunque amenazada por el inexorable avance del progreso y sus efectos secundarios, lo cierto es que la historia del pueblo todavía no ha podido ser escrita en libros, porque aún sigue presente en cada uno de sus rincones. En Capitán Pastene nadie quedó muy contento con esa magra alegoría televisiva que fue la teleserie Los Capo, de TVN. Y lo cierto es que quien no conoce Capitán Pastene, no conoce Chile.